Cuenta una leyenda egipcia que sobre la tumba de la diosa Isis, se erigía una estatua con el rostro cubierto con un velo negro. En su base, aparecía cincelada la siguiente inscripción: “Soy todo lo que fue, todo lo que es y todo lo que será, y mi velo jamás fue corrido por ningún mortal”. Bajo tan enigmático velo se escondían todos los misterios y conocimientos del pasado. Aquel que consiga destapar el velo, hallará la inmortalidad.
A cada uno le corresponde un velo que descubrir…
He tenido un sueño. Sueño que me despierto de otro sueño, y no recuerdo lo que estaba soñando. Intento recordar, pero su frágil recuerdo se desvanece muy rápido. Un momento… ¿Sigo soñando?
Todo parece real y a la vez no. No me acuerdo del comienzo del sueño ni de cómo he llegado aquí, ahora. Ni siquiera tengo claro si existe dicho comienzo. Necesito recordar de dónde he venido para saber adónde quiero ir, pero antes debo de estar seguro de saber quién realmente soy. Para saber quién soy, sueño que soy un yo, con mis particularidades, mis ideas, mis creencias, mis deseos y temores… Todo eso no dura, en poco tiempo se transforma, constantemente está cambiando.
Me encuentro en un tren, parece que soy el maquinista de este sueño. No recuerdo cuándo empezó mi turno y tampoco sé exactamente cuándo finalizará. El “cuándo” en este sueño resulta un tanto complejo. Me viene una pregunta: ¿Principio es igual que origen? Aquí está todo con un orden diferente al mundo que consideraba real. El tiempo no es una línea recta en una sola dirección, sino que es un círculo que se proyecta en todas direcciones. La causa y el efecto no necesariamente acontecen siempre en el mismo orden, algunos efectos pueden estar aconteciendo antes de que aparezcan las causas. De repente me despierto de ese sueño, y me digo: “Esto ya lo he soñado antes”. Es una tarea ambigua, el hecho de entender cómo funciona el antes y el después. Su más simple discurrir escapa a mi pobre entendimiento. Me empeño en entender con la cabeza, pero sólo lo puedo comprender con todo mi ser.
Es un viaje en el que todo lo que acontece soy yo. Si alguien me trata con amabilidad soy yo, si de repente me encuentro en un entorno hostil, soy yo, si alguien me abofetea por cruzarme en su camino, también soy yo.
Siento una herida, daño que me hicieron, apenas me acuerdo de ello. Sin embargo, condiciona mi existir, toda mi vida, cómo me relaciono con mi interior y con el exterior. Es una herida colectiva, nos une, nos conecta; pero añadimos venganza, resentimiento, odio… Que son la sal que hace que duela más. Necesitamos perdón, amor, unidad… Estamos aquí por eso.
Sueño que soy un esclavo, que los que me rodean también lo son, algunos son conscientes de ello, otros lo ignoran, incluso matarían por seguir siéndolo. La gente va con la boca tapada, rostros ocultos, identidades castradas, miradas decaídas, estados de ánimo impuestos, jaulas y corazones congelados, falta vida y sobra indiferencia. Un mundo repleto de prohibiciones y contradicciones. Soy esclavo de mí mismo, de mis miedos, creencias, pertenencias, lo que es “mío” me limita, y una vida de límites es una vida de esclavitud. Mis pensamientos, mis respuestas hacia ciertos estímulos, está todo programado, parezco más un robot con un comportamiento previsible, que una persona libre y espontánea. Lo que considero como algo propio, la gran parte es adquirido, experiencias, traumas, condicionamientos…
Veo almas que anhelan libertad, gritando con ahogados alaridos, hambrientos de encuentros, de abrazos, de miradas amables, de cercanía, de unión. Almas silenciadas y marginadas por un ego demasiado alimentado de un mundo irreal, artificial, frío, hostil, lleno de vanidad y apariencias de color rosa, maquillando y disfrazando un fondo en proceso de descomposición. El ego, lo que nos define como individuo, con una personalidad, es algo nimio, falso, y efímero, un pilar donde se sustenta una existencia, una sensación de falsa seguridad, una ilusión de control, un castillo de naipes creyendo ser una fortaleza inexpugnable… Esta falsa sensación dura lo que dure este sueño. Sin embargo, ¿Por qué le doy tanta importancia?
Me paso la mayor parte del tiempo con distracciones y eventos varios para no sentir el vacío que mora en mi interior, casi ninguna de esas actividades es capaz de llenarlo, salvo las que son motivadas para los demás, para él. Somos esclavos de un sistema que nos engaña constantemente desde que nacemos. Palabras huecas, propaganda persistente, verdades a medias, mentiras que son verdades, y verdades que son mentiras, deseos creados, falsas necesidades, consumidores en vez de personas, adoctrinamiento en vez de educación, nos hacen olvidar nuestra infancia cuando somos niños, y pretenden que seamos niños cuando somos adultos.
Veo como la libertad de expresión cada vez es más censurada, todo el mundo se ofende de cualquier estupidez, menos de lo que realmente importa. La verdad es perseguida y manipulada. Los políticos llevan mintiendo descaradamente décadas, y aunque la gente lo sepa, siguen votando, transfiriendo su indignación, si es que la sienten, a cualquier otra parte. La gente es engañada, o se deja engañar una y otra vez con la excusa de que es por nuestra seguridad, por el bien común… ¡Qué ingenuos e ignorantes! Muchas personas venden su libertad para sentirse un poco más seguros, pero realmente ¿Se puede estar seguro de algo? Lo único seguro que hay en esta vida es que tarde o temprano todos moriremos. Lo demás es una ilusión.
La mentira reina a sus anchas en todo el mundo. Resulta más sencillo engañar a las personas con pretextos ridículos, que convencerlas de que están siendo engañadas. Importa más el parecer que el ser. Redes Sociales repletas de hipocresía y falsedad, todos son felices y autorrealizados para el escaparate, pero por dentro no hay nada más que vacío, narcisismo y frialdad. La sociedad es hipócrita, envidiosa, mentirosa, egoísta, y poco fiable.
El mundo está al revés, soy testigo del reflejo de un espejo omnipresente, pero no veo el espejo sino el reflejo. La luna muestra una cara luminosa por el reflejo del sol, pero sin el sol, la luna sería totalmente oscura. Necesito alejarme del espejo para poder tener suficiente perspectiva, y así poder ver más allá… Oigo dentro de mí una llamada, una voz interior que me acompaña, me anima a despertar del sueño, o al menos a ser consciente de que estoy soñando. Cuando la verdad empieza a revelarse en un mundo de mentiras, mantenerse cuerdo resulta un gran desafío.
Contemplo este sueño como una vida más, una vida que contemplar, observar el instante, y en ese mismo momento siento lo que significa la impermanencia. Una de las grandes ilusiones de este sueño es la falsa sensación de lo permanente. Todo está cambiando en cada momento, en este mundo limitado por mi propia mente. El universo entero se mueve constantemente, todo gira, es una danza a muchos niveles. A veces los giros son más rápidos y otras más lentos. Prefiero girar de forma lenta, sin mareos, sin prisas, contemplando un fuego, el mar, un amanecer, las estrellas, un guiso cocinando a fuego lento, un bebé durmiendo, una mirada amable, un cuadro, una canción…
Todo es una ilusión, el tiempo, la seguridad, la estabilidad, la casualidad, el azar, la democracia, la justicia… Palabras vacías. El principio y el final se funden en bucles temporales, repitiendo una y otra vez diversas maneras de existir. Me encuentro atrapado en una prisión circular. Han creado prisiones individuales, una granja humana. He olvidado por qué estoy aquí, cuándo comencé a soñar. Ya no recuerdo que era antes de este sueño, y me pregunto si lo recordaré cuando despierte, o despertaré en otro sueño distinto.
Sueño buscando que me quieran, que me acepten, sentirme amado; ese anhelo puesto afuera, en lugar equivocado. No hay nada que buscar, solo hay que recordar. Recordar el niño que somos, y el corazón que hay dentro de ese niño, aunque pese, aunque duela. Ese corazón nos ama y siempre está disponible para acompañarnos, aceptarnos, perdonarnos. Algunos le han puesto nombre: “Beatriz”, “Dulcinea del Toboso”, “El Santo Grial”… Distintos nombres para el alma. Volver a ser niño, todo es una espiral.
¿Qué es mentira y qué es verdad? La vida está llena de incertidumbre salvo por la única certeza de la muerte. Vivir con la certeza de morir es lo que hace sentir vida… ¡Qué paradoja!
Medios de comunicación que no informan, confunden, medio de propaganda unidireccional y dogmática; una educación que adoctrina y excluye, una justicia corrupta, cada vez con más prohibiciones y leyes inmorales, una humanidad robotizada y manipulada, una democracia que somete y esclaviza, una sociedad que nos dice qué pensar, qué sentir, qué ser, qué hacer, qué desear, qué temer… Confundimos el amor con el sexo y la posesión, felicidad con la complacencia, amistad con relaciones interesadas. Este sueño se está volviendo una pesadilla, unos con otros intercambiando energía densa, lujuriosa, con desprecio, rabia, y malestar, sin tener en cuenta a los demás, falta calor en los corazones, muy largo resulta este invierno, necesitamos alegría, cercanía, y bondad.
Un mundo esclavizado por una ciencia dogmática, que nada existe ni es válido si no está aceptado por ellos, poniendo límites a una pobre percepción sensorial de la realidad, y a su vez siendo ciegos y sordos, y no nos damos cuenta, o no queremos darnos cuenta.
La verdad, en un mundo de mentira, se percibe como una amenaza. El primer impulso del ser humano ante una verdad incómoda es la negación. Precisamente cuanto más vivo me siento, es en el mismo instante en el que dejo de negar la muerte y contemplo la posibilidad de que ocurra en el momento presente. Negar la muerte es igual que negar la vida.
En todo este discurrir soñando, me doy cuenta de algo que cambia mi manera de percibir la realidad en la que vivo; que no soy el maquinista del tren, sino un pasajero. Acabo de recordar el momento de elegir qué tren coger. Ya tuve mi oportunidad de tomar la decisión de subirme a un tren o a otro. No hay marcha atrás. El hecho de recordar esto me hace pensar que en esta vida vengo a recordar lo que ya sé, todo lo que se supone que aprendo solamente es recordado por mi limitada mente. Nuestro ego olvida, nuestra alma recuerda todo.
Llegando a este punto, comienza a disiparse otra de las mayores ilusiones de la realidad de este sueño… La dualidad. Algo o alguien, no sabría muy bien con palabras definirlo, creó los opuestos; el bien y el mal, vida y muerte, principio y final, masculino y femenino, noche y día… Nombres distintos de una misma cosa. Han inventado las razas, las religiones, las naciones, los géneros, las clases sociales, los partidos políticos; para dividirnos, para que odiemos todo lo que se supone que es “diferente” a nosotros, cuando realmente todos somos iguales, todos somos lo mismo, pertenecemos a la misma fuente, y anhelamos como individuos retornar a ella. La naturaleza de la realidad es sencilla y a la vez compleja. Estamos aquí para sembrar amor y unión entre todos los seres de este universo, y comprender que todos los opuestos, todas las partes que forman todo, pertenecen a una misma unidad, y a su vez, la unidad se encuentra dentro de cada una de las partes.
Intento despertar de este sueño, pero no puedo. Me pregunto qué puedo hacer en un sueño donde aún no consigo despertar, teniendo en cuenta que me encuentro dentro de él. Y después del silencio alguien me contesta: Todo.
Javier
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